La naturaleza, una gran farmacia llena de remedios
Nos proporciona las sustancias necesarias para sanar y cuidar el organismo humano.

Un hombre pasea a su perro en el Bosque de Soigne en Bruselas, Bélgica.
Por Isabel Martínez Pita
Reportaje EFE
Jabier Herreros Lamas es un apasionado de las plantas medicinales en las que lleva investigando más de 30 años para lograr su objetivo, la consecución de una vida saludable para los seres humanos y la naturaleza.
La finca Azaroa, ubicada en el Valle de Lecrín, en Granada (España), constituye la base de su gran proyecto hecho realidad y donde desde hace 15 años el ingeniero agrícola experimenta con las plantas para “obtener resultados en el organismo a niveles físicos, cognitivos y emocionales”.
En la finca Azaroa, explica Herreros Lamas, “he podido cultivar, investigar y divulgar los beneficios del uso de las plantas medicinales y de la relación y contacto con la naturaleza para nuestro organismo. Ahora este proyecto ha llegado a su fin y sigo en el mundo de los cuidados, ya no sólo de las plantas sino, sobre todo, de las personas”.
VITAL LA NATURALEZA
Para el técnico agrícola esta labor “quizás tenga un poco que ver con eso que se llama biofilia. Esto no es otra cosa que el amor por la vida y el mundo vivo. Tenemos una necesidad innata, debido a que hemos evolucionado conjuntamente con la naturaleza, de contactar con ella. Nos sentimos bien, en situaciones normales (no de peligro) inmersos en ella”.
“En la actualidad el problema es que parece que no necesitamos la naturaleza para sobrevivir o eso es lo que parece que creemos con nuestro comportamiento,” agrega.
En los planes de diseño urbanístico de las ciudades superpobladas, la naturaleza no ha sido incluida, sino que, al contrario, afirma Herreros, ha supuesto un obstáculo para ellas. Sin embargo, piensa que es más bien la implantación de un modelo del pensamiento del ser humano que se ha extendido, que es la ambición de querer ser urbano y considera que también se ha propagado por el mundo rural, “donde la batalla contra la naturaleza no lo es menos que en la ciudad”.
EFECTOS DEL ALEJAMIENTO
“Desde mi punto de vista, estamos condicionados genéticamente para vivir con la naturaleza. Nuestros ritmos respiratorios, cardíacos y de actividad están también muy condicionados por sus propios ritmos estacionales, electromagnéticos y cósmicos. Nuestro estilo de vida nos impone reglas nuevas que entran en desfase con estos ritmos”, indica. Y subraya que el estrés crónico es uno de los más graves efectos al que debemos hacer frente.
Herreros Lamas argumenta que “la terapia hortícola es una herramienta sociosanitaria que propone que, mediante el trabajo en un huerto o en un jardín, en contacto con el aire libre, podemos trabajar en el desarrollo y estimulación de nuestros sentidos y lograr unos efectos muy positivos en el tratamiento para la mejora de enfermedades a nivel psicomotriz, a nivel cognitivo y a nivel emocional”. Mediante la realización de actividades orientadas y centradas para diversas problemáticas, según el experto, podemos conseguir una reducción significativa del dolor, de la ansiedad, de la fatiga física y mental, de la frecuencia cardíaca y respiratoria, así como la recuperación de habilidades físicas, emocionales y cognitivas.
¿QUÉ ES UN BAÑO DE BOSQUE?
Explica en qué consiste el baño de bosque del que habla en sus libros: “Si en la terapia hortícola la acción es la del hacer (sembrar, plantar, regar, recolectar,…), en el baño de bosque la acción es la “no acción”.
“Un baño de bosque es un paseo tranquilo por un bosque en el que nos marcamos como uno de nuestros objetivos centrarnos en el momento que estamos viviendo,” afirma.
“Observamos, no analizamos, no buscamos causas, miramos desde dentro, no desde fuera, nos concentramos en lo que vemos, en lo que tocamos, en los que oímos, en lo que probamos o en lo que olemos. Precisamente uno de los responsables de los efectos que produce en nosotros un baño de bosque se centra en la acción de las fitoncidas o esencias de los árboles”, explica el ingeniero agrícola.
Para Herrero Lamas, estas esencias son fundamentalmente terpenos como el limoneno (con acción antioxidante y estimuladora del sistema inmunológico) o el beta pineno (con acción broncodilatadora, antiinflamatoria o fortalecedora de la memoria). Estas esencias se concentran también en el resto de la vegetación del bosque y en sus rocas.
Según el especialista, “cuando llueve, las esencias se dispersan de un modo especial. La tierra, debido a la presencia de unas bacterias que fortalecen nuestro sistema inmunológico, las Mycobacterium vaccae, también desprenden sus esencias. Cuando paseamos por un bosque ingerimos bacterias, fortalecemos nuestra flora intestinal y gracias a ellas mejoramos nuestro sistema defensivo y segregamos serotonina, la hormona de la felicidad.”
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