ARTURO YEPEZ POTTIER

Especial para EL EXPRESSO

Una de las publicaciones más curiosas que han existido en Puerto Rico ha sido El Sombrero, que apareció en Vega Alta, en 1877.

El Sombrero tenía la particularidad de ser hecha a mano y consistía de un sólo ejemplar. Una vez leída seguía pasando de mano en mano. Los números que hemos visto no tenían precio en la portada, ni tampoco traían anuncios, así que nos imaginamos que todo esto era hecho por amor al arte.

¿Y quiénes eran los quijotes de esta aventura? Uno, el joven vegalteño Modesto Archilla Ramos, el otro José Manuel Loira, un artista gallego que se había radicado en Vega Alta a mediados de la década de 1870. Archilla era un excelente redactor, y luego de entablar una sólida amistad con Loira, le sugirió publicar una revista satírica. Había un solo problema: Vega Alta carecía en aquel entonces de una imprenta, y mucho menos de un taller de litografía que hiciera posible la reproducción de ilustraciones. ¿La solución? Escribir los textos en caligrafía y realizar las caricaturas en tinta china y colorearlas en acuarela.

Estas ilustraciones humorísticas son una exquisita fuente de información de cómo se vestía la gente en aquel entonces, la arquitectura pueblerina, gustos y costumbres en boga, problemas sociales, todo enmarcado en paisajes netamente boricuas.

El Sombrero se autotitulaba “Periódico impolítico, satírico, caricaturesco y de noticias”.  En el mismo se analizaban mayormente noticias de ese municipio, aunque también se tocaban temas de la Isla en general. Debido a que la revista era hecha a mano, la censura tenía que recurrir a pegar parches blancos llenos de puntitos en las partes “no recomendables”, como tuvimos ocasión de ver en los ejemplares que revisamos en el Archivo General de Puerto Rico.

Su sección “Sombrerazos”, sin embargo, no se quedaba callada: Citamos: “Según nos fue informado, un Comisario de Barrio, con hábitos de persona decente, ha censurado El Sombrero. Ya decía yo que Comisario de Barrio era la persona ‘ilustrada’ llamada a censurar nuestros actos: Pretender dar gusto a todos; Es un negocio infecundo; Obremos bien y que diga Lo que quiera todo el mundo.”

El Sombrero circuló de mano en mano entre el 8 de abril de 1877 y el 25 de noviembre de ese mismo año. Un tanto desanimados ante el fuerte trabajo manual, la difícil distribución, y la ingratitud de la censura, Archilla y Loira, por fin, abandonaron la empresa.

No conocemos de ningún otro periódico en el mundo, serio o festivo, que para esa época se estuviera realizando a mano. Y, como todavía no se imprimía a color, se podría aseverar que a El Sombrero le cupo el honor de ser la primera publicación en el mundo con ilustraciones a color.

Lo que hace interesante a El Sombrero, también, es que sus caricaturas son las únicas que aparecen en este período de la prensa local. Desde el intento de El Duende en 1866, hasta el anuncio que hace La Bruja, de Mayagüez, en1899, de empezar a publicar caricaturas existe una curiosísima ausencia de ellas. La impresión es que eran consideradas muy “fuertes” y que herían algunas sensibilidades de aquella época.

De Modesto Archilla sólo sabemos por boca de su nieto, el poeta Raúl Grau Archilla, que luego fue secretario municipal bajo el Partido Unionista, en Toa Alta.

En cuanto a Loira, otro español que echó raíces en Puerto Rico continuó colaborando en varias publicaciones tales como Puerto Rico Ilustrado (1886) y La Ilustración de Puerto Rico (1892), publicación de la que también fue su administrador.

Y qué mejor forma de concluir este capítulo que con un sombrerazo:

CASAMIENTO

Un sujeto antes de casarse dirigió una carta a su padre concebida en estos términos:

“Es mi deber pedirle permiso para casarme.”

El padre devolvió el papel añadiéndole:

“Y es mi deber manifestarte que no te conviene.”