Seleccionar página

FABULA DEL AGRICULTOR, SU HIJO Y SU BURRO

FABULA DEL AGRICULTOR, SU HIJO Y SU BURRO

Lcdo. Arístides Capó Figueroa

La fábula es un suceso que no está basado en la realidad, que no ha ocurrido, pero que se narra para deleitar y ejemplificar. Esta es la fábula del agricultor, su hijo y su burro.

Un agricultor y su hijo iban al mercado para vender un burro. En el camino se encuentran con un grupo de personas que les gritan: “Miren que par de tontos, cómo se agotan caminando cuando podrían ir muy descansados si se subieran al burro.”

Al oírlo el agricultor, hombre mayor de edad y cansado por sus años, pensó en su hijo y le dijo: “Hijo, sube tú al burro para que no te fatigues, yo continúo a pie.”

Continúan la marcha y no habían caminado mucho, cuando se topan con un grupo de ancianos, quienes comentan: “Como están los tiempos de cambiados; miren eso, un joven robusto pero vago, subido en el burro mientras el viejo va a pie.”

“Bájate,” le gritaron, desgraciado, deja que el anciano se suba al burro.”

Al oírlos, el joven muy avergonzado, se bajó y le dijo a su padre: “Padre, sube tú al burro, los señores tienen razón.”

Así continuó la marcha y se topan con un grupo de mujeres que venían con varias adolescentes. Al ver el cuadro que representaba el viejo sobre el burro y el joven caminando a pie por aquel camino polvoriento, dijeron a una sola y viva voz.

“Viejo holgazán, vergüenza debe darle de que trate así al joven. Imaginamos que nada suyo debe quedar pues lo trata como si fuera su sirviente”

“Es mi hijo,” contestó el anciano. Las mujeres le reprocharon. “Pues, no lo parece por la forma cómo lo trata, porque permite que vaya a pie, mientras usted utiliza al burro como su transporte.”

El viejo detiene al burro y le dice: “Hijo sube tú también al burro.” Entonces continuaron la marcha de nuevo como empezaron, los dos sobre el burro. Pasado el tiempo se encuentran con otro agricultor quien también iba hacia el mercado y éste les preguntó:

“¿De quién es el burro en que viajan?” A lo cual le contestan:

“Es nuestro y lo llevamos al mercado para venderlo.”

“Pues no lo parece,” dice el agricultor, “y menos que quieran venderlo pues con lo cansado y agotado que se le ve, difícilmente les llegue vivo al mercado, y si llegara vivo no creo que nadie lo comprara en esas condiciones.”

Al oírlo de inmediato ambos se bajaron del burro, buscaron un madero, ataron el burro por las cuatro patas, cabeza abajo y comenzaron a cargarlo colgado del palo y a cuestas de ellos dos. Llegando al mercado y al cruzar el puente justo antes de este, la gente se arremolina y gritaba: “Miren a ese par de tontos cargando a cuestas a un burro cuando para eso hizo Dios ese animal, para que trabaje y le suavice los días al hombre.”

                El viejo y el hijo se miraron y bajaron el palo de sus hombros, pero el burro, ante tanta algarabía y al sentirse en contacto con la tierra, comenzó a dar tremendos saltos y brincos, y se cayó por el borde del puente cayendo al río, ahogándose.

El anciano y su hijo terminaron decepcionados, cansados, sin el burro y sin dinero, pues por haber tratado de complacer a todos, no complacieron a nadie y hasta su burro perdieron.

Moraleja: Tenga fe en usted mismo y en sus decisiones. Oiga a los demás, pero actúe de acuerdo con su criterio; solo usted conoce las razones por las cuales actúa como lo hace.

Recuerde, no se puede complacer a todo el mundo.

Sobre el Autor

Edición Digital

El Expresso en tu email

Subscríbete

* indicates required
Email Format

abril 2024
D L M X J V S
 123456
78910111213
14151617181920
21222324252627
282930  

Tiempo Puerto Rico

EL TIEMPO

booked.net