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Se salvan de las balas

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Por Zenaida Ramos Ramos

zramoselexpresso@gmail.com

Los tiroteos en avenidas, centros comerciales y contra residencias han puesto en peligro la vida de personas, incluyendo a niños de la zona Norte.

Uno de los blancos indiscriminado fue la casa de Efraín Rodríguez, en Vega Baja.

En mayo pasado, Rodríguez se encontraba en un juego de baloncesto y cuando salió de la cancha decidió detenerse en un restaurante de comida rápida, antes de llegar a su casa. Aseguró que esos minutos le salvaron la vida porque si hubiese seguido hacia su hogar, hubiera llegado en el mismo momento de un tiroteo.

Cuando llegó a su casa, vio a 12 policías conversando con su esposa. En ese instante se enteró de que habían tiroteado su residencia.

Rodríguez y su familia creen que fue un milagro cuya esposa no fuera impactada por una de cinco balas disparadas hacia el interior de la vivienda y que sus nietos tampoco se encontraran en la casa, cuando la tirotearon alrededor de las 10:45 de la noche.

“La presencia de Dios estuvo conmigo. Cuando salgo de la cancha, no me dirijo directamente a casa. Si eso hubiera ocurrido, hubiese llegado a las once menos cuarto, la hora del incidente. Mientras me estoy comiendo el apple pie, una voz me habló: ‘Vas a presenciar un accidente, pero tranquilo, no va a ser contigo’. Mi esposa estaba en el asiento donde cayó la bala y ella se levantó 10 minutos antes y se puso en el lado contrario. A mí no me cabe la duda de que Dios nos estuvo protegiendo”, narró Rodríguez.

Los agentes inspeccionaron la residencia y se percataron de una perforación en el cuarto principal de la vivienda donde una bala penetró las dos hojas superiores de la ventana y perforó la cortina. “La bala roza el techo, cruza el cuarto principal y penetra el cuarto de oficina. Roza el techo de ese cuarto, choca con la pared y de ahí rebota y cae al lado del asiento donde mi esposa estaba trabajando. La bala cayó en el piso. Se hallaron fragmentos de bala en el piso”, describió Rodríguez.

Posteriormente se observaron tres impactos de bala adicionales en la pared posterior de la casa y una perforación en la verja que bordea la urbanización. En total fueron cinco impactos a la casa, dijo.

“Mi esposa todavía estaba trabajando y se había movido del cuarto de oficina a su recámara. Se recostó y súbitamente escuchó una ráfaga de tiros. Pensó que eran petardos porque lo equivalente era a una ristra de petardos, pero luego escuchó también cristales cayendo en la parte posterior de la casa. Mi esposa salió del cuarto a chequear donde fue el disparo. Empezó a gritar y a pedir auxilio y nadie la escuchó. Llamó a la policía y llegó rápido”, contó.

DESCONOCEN EL MOTIVO

Como resultado, su esposa padece del síndrome de estrés postraumático. Por varios días se quedó en la casa de un familiar. El matrimonio se pregunta la razón por la que tirotearon su casa porque ellos están en paz con sus familiares, vecinos y compañeros de trabajos.

“A pesar de que sean cinco impactos no tengo ningún tipo de sospecha porque no tengo problemas con nadie. No he sentido que alguien tenga coraje conmigo. Todo lo contrario. La gente me abraza, me besa, igual a mi esposa”, afirmó Rodríguez.

Todavía incrédulo por el tiroteo, agregó: “No puedo creer que sea tarjeta. No estoy en vicio. No estoy saliendo con una mujer ajena. Los celos y las drogas son la mayor causal de esos disparos y yo no estoy en nada de eso. Vengo del trabajo a mi casa; de mi casa a la iglesia”, agrega.

Mencionó Rodríguez que la hipótesis primordial de la Policía es que el incidente “fue un asunto aleatorio, que alguien tiene un juguetito nuevo y lo está probando en la carretera”.

“Las ráfagas de tiros se han convertido en una norma. Jamás pensé que eso me pasaría a mí. Estamos viviendo una psicosis colectiva. No nos queremos dar cuenta o no nos damos cuenta del grado de violencia o agresión que hay en nuestro país”, sostuvo preocupado.

Accedió a ser entrevistado por El Expresso porque quiere concienciar “al pueblo del nivel peligroso de violencia y agresión que estamos viviendo. A la misma vez, la gente se hace los desentendidos o se han acostumbra a la norma establecida. No somos empáticos el uno con el otro. A mi mujer que estaba sola por poco la impacta una bala, si no hubiera sido por la protección de Dios. ¿Y si hubiese sido tú; si te hubiera ocurrido a ti?”, preguntó.

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